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¿Qué hacer si sospecho que mi hij@ puede ser un TDAH?
¿Por qué hay ahora tantos niñ@s a quienes se etiqueta como afectados por el TDAH y antes no los había? Por un motivo muy simple: antes se desconocía este trastorno como tal, y los adultos, padres y maestros, sorprendidos por la manera de ser de estos críos movidos y distraídos, se limitaban a culpar al niño revoltoso e impetuoso que alteraba el apacible clima familiar o alborotaba a los compañeros de clase con sus continuas distracciones.
El niñ@ que no sabe estarse quieto, no deja de levantarse de su pupitre, interrumpe las explicaciones del maestro o se olvida de las indicaciones que le damos en casa…¿es un niño que debería ir al médico para ver si tiene un TDAH o bien no lo han educado como es debido?
En otras palabras: ¿se trata de un problema o de un trastorno? Si es un niño inquieto y distraído, porque nadie le ha enseñado a estarse quieto y a prestar atención, estamos ante “un problema”, limitado al campo educacional, y fácil de remediar con las correspondientes pautas educativas o psicopedagógicas que se le impartan al respecto. Por otro lado, si se trata de un niño que, pese a haber recibido una educación satisfactoria y haberlo intentado, no ha podido desprenderse de su inquietud y falta de atención, y estas conductas le han causado severos problemas de convivencia familiar, escolar y social, estamos ante “un trastorno” (de TDAH, de dislexia, etc.), que precisará un tratamiento específico en el campo sanitario, además de las pautas antes mencionadas.
El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) se basa en tres pilares clínicos fundamentales: la desatención, la impulsividad y la hiperactividad. Esta última puede estar presente o no.
Habrá que diseñar un perfil terapéutico apropiado para cada caso.
Desde la asociación, podemos ayudaros en ambos casos.